Luis Uriel Acosta Magaña
La corrupción en México es omnipresente y casi
omnipotente, se manifiesta de distintas formas y está arraigada en todas las
actividades sociales, económicas y políticas, es un problema que afecta
gravemente la legitimidad de la democracia, distorsiona el sistema económico y
constituye un factor de desintegración social, aunque predomina la idea, a modo
y entre políticos desde luego, que la economía pueden manejarse por separado,
poniendo una al servicio de la otra subestimando que la liberación económica
trae aparejadas modificaciones en la estructura social y política.
Stephen D. Morris, quien realizó un interesante
estudio de la corrupción en México, sostenía que se pueden resaltar tres
nociones de corrupción política, la corrupción como el uso ilegítimo del poder
público para el beneficio privado, la corrupción como todo uso ilegal o no
ético de la actividad gubernamental como consecuencia de consideraciones de
beneficio personal o político»; o simplemente la corrupción como el uso
arbitrario del poder.
Por su parte, Guillermo Brizio nos brinda un énfasis
más jurídico cuando designa a la corrupción como un fenómeno social, a través
del cual un servidor público es impulsado a actuar en contra de las leyes,
normatividad y prácticas implementados, a fin de favorecer intereses
particulares. A la corrupción como falta de ética política se le denomina un
comportamiento político desviado, a la corrupción como falta de ética
jurídica y política se le define como conducta política contraria a las normas
jurídicas, así también como la usurpación privada de lo que corresponde al
dominio público.
Parece que en la actualidad tres son los efectos más
desastrosos de la corrupción, a saber, la perversión de la mentalidad, el
encarecimiento innecesario de la vida y el debilitamiento constante de las
instituciones. Ahora bien, la corrupción puede beneficiar a familiares, amigos
o incluso a una organización, a una causa o movimiento social, político o
cultural, y por ello algunos autores diferencian la corrupción egoísta de la
solidaria. En el contexto de esta disertación tomaremos la corrupción como un
acto racional ilegal, ilegítimo y no ético por parte de servidores públicos, en
perjuicio del interés común de la sociedad y del gobierno, y en beneficio de un
interés egoísta o solidario de quien lo promueve o lo solapa directa e
indirectamente.
Algunas consecuencias de la corrupción pueden ser que
se favorece la consolidación de élites y burocracias políticas y económicas,
sin embargo, en realidad erosiona la credibilidad y legitimidad de los
gobiernos. Reproduce una concepción patrimonialista del poder. Reduce los
ingresos fiscales e impide que los recursos públicos coadyuven al desarrollo y
bienestar social. Permite la aprobación y operación de leyes, programas y
políticas, sin sustento o legitimidad popular. Revitaliza una cultura de la
corrupción y contribuye a su proliferación.
La corrupción generalizada produce una perniciosa
subcultura de la corrupción, multitud de informes revelan que las aduanas
mexicanas están plagadas de corrupción y abuso de autoridad; que los
empresarios pagan de manera habitual a intermediarios políticos para que
obtengan, por medios ilegales, una variedad de permisos de operación y
licencias. Así mismo las canonjías están generalizadas en toda la burocracia,
que están difundidas las ventas ilegales de terrenos, que los sobornos de
burócratas y políticos a los periodistas constituyen un procedimiento normal.
El dinero ha logrado la liberación de presos, ha
adquirido grados universitarios, ha obtenido lucrativos empleos gubernamentales
o sindicales, y en esta cultura de la corrupción se incluye la desconfianza y el
cinismo hacia los funcionarios públicos. También aparece aquí una corrupción
endémica o institucionalizada porque pagamos impuestos pero además se tiene que
pagar el extra de la corrupción, la propina, el adelanto, la prebenda, la
invitación, el regalito, la agilización del trámite.
Hasta en el extranjero se sabe bien de la famosa
mordida mexicana acción vinculada estrechamente a la extorsión y el soborno. La
mordida suele referirse a pequeños pagos a los policías y agentes de tránsito a
cambio de que no vean las infracciones y otros actos tanto reales como muchas
veces imaginarios, haciendo trámites como la obtención de licencias, actas de
nacimiento, de matrimonio y demás.
El soborno requiere de un encuentro entre el ciudadano
particular y un empleado público, en el cual el ciudadano induce una respuesta
favorable por parte del funcionario público a un trámite o solicitud,
independientemente si cumplió o no con los requisitos legales establecidos,
mediante el uso de sanciones positivas como el beneficio monetario.
En la extorsión en cambio, el funcionario público influye en el comportamiento
del ciudadano mediante el uso de sanciones negativas, tales como la amenaza
sutil o directa de un abuso de autoridad adicional. Tanto en el soborno como en
la extorsión se ejerce un poder ilegítimo, pero en direcciones diferentes.
Existen otras aún más graves: la corrupción en los
medios de comunicación; el enriquecimiento de los políticos desde el
ejercicio del poder; el surgimiento súbito de grandes fortunas y nuevos
magnates vinculados a los gobiernos; el clientelismo político; el nepotismo; el
amiguismo; el control corporativo de las organizaciones sociales; el
patrimonialismo donde el presidente de la república dispone de la
administración y de la función pública como se dispone de un patrimonio propio,
es decir, con un enorme poder discrecional.
El peculado es la apropiación ilegal de los bienes por
parte del servidor público que los administra.
Colusiones. Es la asociación delictiva que realizan
servidores públicos con contratistas, proveedores y arrendadores, con el
propósito de obtener recursos y beneficios ilícitos, a través de concursos
amañados o, sin realizar estas (adjudicaciones directas), a pesar de que así lo
indique la ley o normatividad correspondiente.
Fraude.- Es cuando servidores públicos venden o hacen
uso ilegal de bienes del gobierno que les han confiado para su administración.
Tráfico de influencias.- Es cuando un servidor público
utiliza su cargo actual o sus nexos con funcionarios o integrantes de los
poderes ejecutivo, legislativo o judicial, para obtener un beneficio personal o
familiar, o para favorecer determinada causa u organización.
La falta de ética.- Es un tipo especial de corrupción
que si bien no tiene que ver directamente con la apropiación ilegal de recursos
del gobierno y de ciudadanos usuarios, sí entraña entre algunos servidores
públicos, una conducta negativa que va en contra de los propósitos y metas de
las instituciones públicas. Esta falta de ética se pude observar cuando determinado
servidor público no cumple con los valores de su institución, es decir, cuando
no conduce sus actos con honestidad, responsabilidad, profesionalismo, espíritu
de servicio, por citar algunos.
El compadrazgo y el favoritismo.- En la política
mexicana es común que se busquen relaciones de compadrazgo y padrinazgo con el
propósito de emparentar con los hombres del poder y buscar de ellos
favores, ascensos y protección.
Cabe destacar que existen otros tipos de corrupción
que afectan los ingresos o bienes del gobierno como: El tráfico de influencias,
el contrabando «la fayuca», el mercado informal «el ambulantaje», el uso
privado de bienes públicos, el castigo al inocente, el premio a quien no lo
merece, la falsificación de pagos oficiales, trabajadores fantasmas, «los
aviadores», venta de plazas, entre otras manifestaciones.
Se trata de prácticas por todos conocidas, hasta de
formas de conducta familiares, y en las que, de uno u otro modo, incurre la
inmensa mayoría de la población. Lo que sin embargo, la gente resiente pero no
comprende es que la corrupción significa de manera gradual pero siempre en
aumento, la destrucción de la vida institucional, el desprecio por la legalidad
y el triunfo de la ilegitimidad y de la inmoralidad. Luego entonces una sociedad
corrupta no puede ser sino una sociedad en estado de descomposición y, por
consiguiente tiene necesariamente que ser una sociedad injusta.
OTRAS FORMAS
DE CORRUPCIÓN
La corrupción política en México ha creado formas
particulares que adquieren un uso corriente, tanto en el folclor político como
en la vida cotidiana y en la ciencia política.
Así tenemos el «chayote», gratificaciones económicas o prebendas que los
funcionarios y políticos dan a periodistas corruptos para garantizar lealtades
en tanto que una «corta» se refiere a las comisiones que se dan de parte del
público a los funcionarios que facilitan o lubrican algún negocio.
De esta manera vemos que las causas formales se
desprenden de la delimitación técnica del término y son la falta de una clara
delimitación entre lo público y lo privado, la existencia de un
ordenamiento jurídico inadecuado a la realidad nacional y la inoperancia
práctica de las instituciones públicas, juntas o por separado, en tanto
que las causas materiales se refieren a situaciones concretas que dan lugar a
prácticas corruptas. Las situaciones concretas de las que se trata en este caso
son las distintas brechas existentes entre el orden jurídico y el orden social
vigente.
Ante esto vemos que la corrupción en México rebasa el
umbral de lo que pudiera considerarse conductas individuales, aisladas o
escándalos ocasionales. Así tenemos que la corrupción institucionalizada y la
subcultura de la corrupción se derivan de cuatro causas fundamentales.
1.- El fuerte presidencialismo autoritario.
2.- La hegemonía política de un solo partido, el PRI durante 80 años.
3.- La existencia de una débil sociedad civil.
4.- La ausencia de una cultura cívica fuerte.
De esto el ejercicio del poder presidencial y el PRI resaltan
como las dos instituciones generadoras de corrupción aunque los ciudadanos
tienen también su parte proporcional de responsabilidad en la industria de la
corrupción.
CONCLUSIONES
Tenemos entonces que México forma parte de los países
que presentan altos niveles del fenómeno social llamado corrupción, donde
existen mayores violaciones a los derechos humanos y cuyos culpables rara vez
son castigados, ya que ataca a cualquier rubro y a cualquier clase social donde
se presenta por la intención de enriquecerse a costa de las demás personas.
A pesar de la fuerte lucha contra la corrupción, es
difícil erradicarla, debido a los bajos ingresos que perciben los servidores
públicos, que usan esto como justificación, para cometer este tipo de actos,
porque los principales causantes de todo esto somos la población que accede a
estos actos.
El país ha sido dañado además por el contrabando,
derivado de la corrupción y complicidad de autoridades, sustentado en el abuso
de esquemas legales que van acabando poco a poco con la economía.
Existe un grave daño a empresas mexicanas dedicadas al
calzado, vestido, textiles, azúcar, alcohol, por las bandas que operan el
contrabando técnico o documentado en México y que han encontrado un esquema
legal para hacer sus importaciones de manera fraudulenta.
Para acabarla de amolar los partidos políticos con
mayor presencia en el país, como son el PRD y el PAN, cuando han sido gobierno
también demuestran que son expertos en esto de la corrupción… Es decir, no hay
para donde agarrar.
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