Publicado en la edición 545 de la revista Suceso Político de fecha 05 de Noviembre de 2015
ALASKA
- Un gobernador de Alaska creó un fideicomiso al que aportan las compañías petroleras un fondo que permite pagar a cada habitante un dividendo de más de mil dólares anuales. De esta forma, una familia promedio de cuatro miembros, los padres, un bebé y un niño, como una que conocimos, recibe anualmente 5 mil dólares, el equivalente de unos 85,000 pesos anuales o 7.000 pesos mensuales, y repito, como dividendo. Igualito que en México ¿verdad?
Ferdusi Bastar Mérito
Alaska es un inmenso territorio de 1,717.000 kilómetros cuadrados, casi
la actual extensión de nuestro México. Está habitado originalmente por tribus
esquimales, y su nombre proviene de una de estas tribus que habitan las islas
aleutianas, y quiere decir: »tierra grande o el objeto contra el que se
dirige la acción del mar». Siendo aún un territorio muy despoblado, solamente
0.4 habitantes por kilómetro cuadrado, la población es predominantemente
norteamericana y de habla inglesa y solo un 5 %, unos 35.000 habitantes,
hablan lenguas indígenas.
Sin embargo, están declarados idiomas oficiales las 20 lenguas
indígenas que hablan estas minúsculas minorías. Igualito que en México
¿verdad?, donde 67 idiomas indígenas, hablados por más de 10 millones de
personas, luchan por sobrevivir, y muchas de ellas ya son lenguas muertas.
En un principio los rusos se establecieron en la isla de Kodiak,
al sur de las Aleutianas, y se dedicaron a la explotación de pieles,
posteriormente, expediciones salidas de la Nueva España, ocuparon tierra firme
continental y establecieron diversas poblaciones, entre las que prevalecen los
ahora importantes puertos de Valdez y Córdova. Expediciones salidas fueron a
expulsar a los rusos que pretendían invadir tierra firme de Alaska.
El inmenso territorio del «Oregón» que partía de la Alta California
hasta Alaska, era parte del virreinato de la Nueva España, pero, Luis de
Onis, para ser reconocido como embajador del tristemente recordado
Fernando VII, ante Estados Unidos, firmó en 1919 el Tratado de
Límites Adams-Onis, entre los dos países, reduciendo los límites del
virreinato a la Alta California.
De esta forma, el «Oregón» se lo dividieron Estados Unidos y Gran
Bretaña, y ambas naciones se extendieron hasta el Pacífico gracias a este mal
español, tratado que fue ratificado por ambas partes hasta el 22 de febrero de
1822, días antes de la independencia de México.
Este mismo tratado de límites fue firmado por el México ya independiente
y Estados Unidos en 1827, y ratificado por el senado norteamericano en
1832, pero, como ha sido su costumbre, muy pronto deshonrarían su firma al
iniciar el conflicto de Texas en 1836, que desencadenó la guerra de despojo
contra México.
Desligada de México, los rusos ampliaron su ocupación a la isla de
Silka, más al sur,
y finalmente, tras su fracaso en la Guerra de Crimea, y no deseando que Alaska pasara a manos de Inglaterra, Rusia cedió a la negociación con Estados Unidos y vendió en 1867 esta inmensa comarca en 7.2 millones de dólares. En 1959 Alaska pasó a ser el estado número 49 de la Unión Americana.
y finalmente, tras su fracaso en la Guerra de Crimea, y no deseando que Alaska pasara a manos de Inglaterra, Rusia cedió a la negociación con Estados Unidos y vendió en 1867 esta inmensa comarca en 7.2 millones de dólares. En 1959 Alaska pasó a ser el estado número 49 de la Unión Americana.
Hace más de 10 años recorrimos buena parte de Alaska. Su capital
Juneau, rodeada de montañas, a la que curiosamente no llega ninguna carretera,
solo se arriba por mar o aire, los enormes glaciares cubriendo
gigantescas cuencas de hielo, nieve cristalizada, camino al mar, donde es un
espectáculo ver como se despeñan los gigantescos bloques de hielo: su principal
población Anchorage, el parque nacional Denali con su flora y fauna únicas, y
el pico MacKinley, con sus 6,l68 metros, el más alto de Norteamérica.
Disfrutamos Fairbanks, con sus raudales de la fiebre del oro, navegamos
en grandes barcos de rueda y visitamos aldeas indígenas con sus trineos
de perros, para finalmente llegar a Barrow, la ciudad más septentrional del
continente americano, a orillas del ártico, prácticamente frente al polo.
Allí nos recibió en el aeropuerto y nos atendió una magistrada
norteamericana, con la que convivimos los tres días de nuestra corta estancia,
en que comíamos en un restaurante mexicano, adornado con piñatas y en
donde tomábamos refrescos «jarritos».
En Barrow, un pequeño pueblo de 4,000 habitantes, vimos un mar
parcialmente congelado y aun cuando caminamos por la costa, no pudimos divisar
ningún oso polar, animal por demás peligroso, pues a diferencia de otras razas
herbívoras a las que el humano se puede acercar a una prudente distancia, para
el oso blanco todo lo que se mueve es comida, y puede correr a una
velocidad de más de 50 kilómetros por hora.
EL FIDEICOMISO
Barrow es el centro de la actividad petrolera en el ártico, de donde se
extrae una creciente producción de crudo, que se transporta por un
oleoducto gigantesco hasta Puerto Valdez, en el sur, de donde es embarcado
a las refinerías.
El territorio de Alaska es prácticamente virgen, y extraordinariamente
bello. Está altamente protegido. En tierra firme, no hay ninguna
explotación petrolera: solamente se capta en el ártico y se embarca en el sur.
Pero, una de las enseñanzas que traje de este viaje, es que un
gobernador de Alaska creó un fideicomiso al que aportan las compañías
petroleras un fondo que permite pagar a cada habitante un dividendo de más de
mil dólares anuales.
De esta forma, una familia promedio de cuatro miembros, los padres, un
bebé y un niño, como una que conocimos, recibe anualmente 5 mil dólares, el
equivalente de unos 85,000 pesos anuales o 7.000 pesos mensuales, y
repito, como dividendo. Igualito que en México ¿verdad?
Ojalá y nuestro gobernador Arturo Núñez Jiménez, hombre de indudable
talento y vasta experiencia, investigue la forma en que se constituyó y opera
este fideicomiso, y trate de establecer una réplica en Tabasco, para que
nuestros paisanos reciban al fin un beneficio y no sólo los daños que nos
infringe la actividad petrolera.
Publicado
en la edición 546 de la revista Suceso Político de fecha 19 de Noviembre de
2015
- Un gobernador de Alaska creó un fideicomiso al que aportan las compañías petroleras un fondo que permite pagar a cada habitante un dividendo de más de mil dólares anuales. De esta forma, una familia promedio de cuatro miembros, los padres, un bebé y un niño, como una que conocimos, recibe anualmente 5 mil dólares, el equivalente de unos 85,000 pesos anuales o 7.000 pesos mensuales, y repito, como dividendo. Igualito que en México ¿verdad?
Ferdusi Bastar Mérito
Alaska es un inmenso territorio de 1,717.000 kilómetros cuadrados, casi
la actual extensión de nuestro México. Está habitado originalmente por tribus
esquimales, y su nombre proviene de una de estas tribus que habitan las islas
aleutianas, y quiere decir: »tierra grande o el objeto contra el que se
dirige la acción del mar». Siendo aún un territorio muy despoblado, solamente
0.4 habitantes por kilómetro cuadrado, la población es predominantemente
norteamericana y de habla inglesa y solo un 5 %, unos 35.000 habitantes,
hablan lenguas indígenas.
Sin embargo, están declarados idiomas oficiales las 20 lenguas
indígenas que hablan estas minúsculas minorías. Igualito que en México
¿verdad?, donde 67 idiomas indígenas, hablados por más de 10 millones de
personas, luchan por sobrevivir, y muchas de ellas ya son lenguas muertas.
En un principio los rusos se establecieron en la isla de Kodiak,
al sur de las Aleutianas, y se dedicaron a la explotación de pieles,
posteriormente, expediciones salidas de la Nueva España, ocuparon tierra firme
continental y establecieron diversas poblaciones, entre las que prevalecen los
ahora importantes puertos de Valdez y Córdova. Expediciones salidas fueron a
expulsar a los rusos que pretendían invadir tierra firme de Alaska.
El inmenso territorio del «Oregón» que partía de la Alta California
hasta Alaska, era parte del virreinato de la Nueva España, pero, Luis de
Onis, para ser reconocido como embajador del tristemente recordado
Fernando VII, ante Estados Unidos, firmó en 1919 el Tratado de
Límites Adams-Onis, entre los dos países, reduciendo los límites del
virreinato a la Alta California.
De esta forma, el «Oregón» se lo dividieron Estados Unidos y Gran
Bretaña, y ambas naciones se extendieron hasta el Pacífico gracias a este mal
español, tratado que fue ratificado por ambas partes hasta el 22 de febrero de
1822, días antes de la independencia de México.
Este mismo tratado de límites fue firmado por el México ya independiente
y Estados Unidos en 1827, y ratificado por el senado norteamericano en
1832, pero, como ha sido su costumbre, muy pronto deshonrarían su firma al
iniciar el conflicto de Texas en 1836, que desencadenó la guerra de despojo
contra México.
Desligada de México, los rusos ampliaron su ocupación a la isla de
Silka, más al sur,
y finalmente, tras su fracaso en la Guerra de Crimea, y no deseando que Alaska pasara a manos de Inglaterra, Rusia cedió a la negociación con Estados Unidos y vendió en 1867 esta inmensa comarca en 7.2 millones de dólares. En 1959 Alaska pasó a ser el estado número 49 de la Unión Americana.
y finalmente, tras su fracaso en la Guerra de Crimea, y no deseando que Alaska pasara a manos de Inglaterra, Rusia cedió a la negociación con Estados Unidos y vendió en 1867 esta inmensa comarca en 7.2 millones de dólares. En 1959 Alaska pasó a ser el estado número 49 de la Unión Americana.
Hace más de 10 años recorrimos buena parte de Alaska. Su capital
Juneau, rodeada de montañas, a la que curiosamente no llega ninguna carretera,
solo se arriba por mar o aire, los enormes glaciares cubriendo
gigantescas cuencas de hielo, nieve cristalizada, camino al mar, donde es un
espectáculo ver como se despeñan los gigantescos bloques de hielo: su principal
población Anchorage, el parque nacional Denali con su flora y fauna únicas, y
el pico MacKinley, con sus 6,l68 metros, el más alto de Norteamérica.
Disfrutamos Fairbanks, con sus raudales de la fiebre del oro, navegamos
en grandes barcos de rueda y visitamos aldeas indígenas con sus trineos
de perros, para finalmente llegar a Barrow, la ciudad más septentrional del
continente americano, a orillas del ártico, prácticamente frente al polo.
Allí nos recibió en el aeropuerto y nos atendió una magistrada
norteamericana, con la que convivimos los tres días de nuestra corta estancia,
en que comíamos en un restaurante mexicano, adornado con piñatas y en
donde tomábamos refrescos «jarritos».
En Barrow, un pequeño pueblo de 4,000 habitantes, vimos un mar
parcialmente congelado y aun cuando caminamos por la costa, no pudimos divisar
ningún oso polar, animal por demás peligroso, pues a diferencia de otras razas
herbívoras a las que el humano se puede acercar a una prudente distancia, para
el oso blanco todo lo que se mueve es comida, y puede correr a una
velocidad de más de 50 kilómetros por hora.
EL FIDEICOMISO
Barrow es el centro de la actividad petrolera en el ártico, de donde se
extrae una creciente producción de crudo, que se transporta por un
oleoducto gigantesco hasta Puerto Valdez, en el sur, de donde es embarcado
a las refinerías.
El territorio de Alaska es prácticamente virgen, y extraordinariamente
bello. Está altamente protegido. En tierra firme, no hay ninguna
explotación petrolera: solamente se capta en el ártico y se embarca en el sur.
Pero, una de las enseñanzas que traje de este viaje, es que un
gobernador de Alaska creó un fideicomiso al que aportan las compañías
petroleras un fondo que permite pagar a cada habitante un dividendo de más de
mil dólares anuales.
De esta forma, una familia promedio de cuatro miembros, los padres, un
bebé y un niño, como una que conocimos, recibe anualmente 5 mil dólares, el
equivalente de unos 85,000 pesos anuales o 7.000 pesos mensuales, y
repito, como dividendo. Igualito que en México ¿verdad?
Ojalá y nuestro gobernador Arturo Núñez Jiménez, hombre de indudable
talento y vasta experiencia, investigue la forma en que se constituyó y opera
este fideicomiso, y trate de establecer una réplica en Tabasco, para que
nuestros paisanos reciban al fin un beneficio y no sólo los daños que nos
infringe la actividad petrolera.
Publicado
en la edición 546 de la revista Suceso Político de fecha 19 de Noviembre de
2015
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