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Los partidos son considerados organizaciones corruptas, los políticos no
tiene valores, principios ni solvencia moral con la traición como forma de
vida, al igual que la Secretaría de Gobernación, los sindicatos alcanzan el más
alto nivel de desconfianza, con el fuero como patente de impunidad, no debemos
cruzarnos de brazos sino exigir que cumplan
Luis
Uriel Acosta Magaña
En la calle se
tiene la certeza de que los políticos no tienen valores, principios ni
solvencia moral, que la traición es parte de su forma de vida, de su estulticia
y los equiparan con cualquier prostituta, aunque en este sentido ellas ya han
dejado muy en claro que no existe ninguna relación, que los políticos no son
sus parientes ni mucho menos son sus hijos.
De acuerdo a un
análisis de Transparencia Internacional los partidos políticos son considerados
como organizaciones corruptas por casi el setenta por ciento de los ciudadanos,
quienes consideran que los tiempos electorales permiten conocer el grado
patológico de aquellos cuyas traiciones y simulaciones es ineludible en el
momento de hacer política, por lo que se definen varias clases de políticos que
ya mencionamos en anteriores entregas, por lo que ahora vamos a sintetizar que
aunque los políticos chapulines y los alambristas son oportunistas, los
primeros se cambian de partido para obtener una candidatura, en cambio los
segundos se pasan de un partido a otro teniendo un cargo de elección popular.
Aquí en Tabasco, la
mayor parte de la «clase política» que está en el PRD perteneció a la familia
revolucionaria, que luego aprovechó las coyunturas para proclamarse de
izquierda, de Centro, hasta de derecha, pero en todo momento con el discurso de
la democracia y el servicio a la ciudadanía, aunque siempre privilegiando el
beneficio propio.
De la misma manera
acuñaron la etiqueta de «trásfugas políticos» a aquellos que estando en un
partido se pasan a otro sin más justificación que seguir pegado a la ubre
presupuestal, con el falaz argumento del sacrificio por el servicio público,
pero, desde tiempos inmemoriales en mi pueblo simplemente los conocen como
chaqueteros. Un chaquetero es un desertor, infiel, deshonesto, desleal, traidor,
pérfido, felón, un apostata.
Así también tenemos
que casi todos los políticos llevan veinte años como mínimo pasando de un cargo
a otro. Tenemos pues que en nuestro país tanto senadores como diputados, la
Secretaría de Gobernación, la policía, los partidos políticos además de los
sindicatos, son instituciones que alcanzan el más alto nivel de desconfianza y
resulta paradójico que son las más beneficiadas del sistema político administrativo
en México, con toda la carretada de vicios, inmoralidades, corrupción, opacidad
y vaguedad en la rendición de cuentas así como la impunidad y la impudicia
prevaleciente.
De suyo, el marco
jurídico constitucional vigente permite a quienes tienen cargo de elección
popular pedir licencia toda vez que los mismos son irrenunciables, perpetuarse
en su «carrera política» saltando de un cargo a otro y constituyéndose en un
grupo social parasitario, vividor y oportunista en su gran mayoría para
convertirse en una clase superior a la de los demás mortales.
EL
FUERO
Así tenemos como un aderezo de esa «superioridad legal»
que existe la contravención de la Constitución que nos indica que todos los
ciudadanos mexicanos somos iguales. Igualdad que ante los hechos no es tal por
el «fuero constitucional» de que disfrutan, que generalmente lo convierten en
coto de impunidad ante delitos diversos que consuetudinariamente cometen,
precisamente en perjuicio de quienes dicen servir, caso similar que ocurre con
los líderes de los sindicatos charros hacia aquellos empleados a quienes
dicen representar.
Luego entonces el
fuero es un privilegio, prerrogativa, exención, dispensa, inmunidad, facultad,
exoneración, excepción, concesión, gracia, descargo, indemnidad, seguridad, y
al final resulta que es patente de impunidad.
Pero no conforme
con todo lo anterior ya legalizaron toda esta porquería y nuestro flamante
Congreso de la Unión, en diciembre del 2013, parchó una vez más la ya muy
remendada Carta Magna, y en su artículo 59 ya está permitiendo la reelección de
Gobernadores, senadores de la República, diputados federales, locales,
presidentes municipales y regidores.
Los actuales
legisladores y todos los que metieron las manos en este asalto en despoblado al
pueblo mexicano tienen un buen discurso, para ellos, porque dicen que la
reelección es para que los ciudadanos premien o castiguen a los representantes
populares, desvergonzada falacia porque los únicos que van a decidir si repite
como candidato son los partidos, no los ciudadanos.
Estos políticos de
la ignominia son opacos, ineficaces y encubridores de hechos delictivos, como
fueron los cometidos por alcaldes que fundaron imperios del crimen en sus
municipios, ¿cómo confiar en la democracia, en los partidos y en los
candidatos cuya credibilidad va a la baja y actúan como mafias de poder?
Expresan representantes de la Santa Iglesia Católica en México, y hay que
reconocer que ellos saben de lo que hablan porque durante siglos lo han practicado.
Podemos decir que
pasamos del loft o lounge, club para caballeros de alto pedorraje, que tenía el
exonerado príncipe de la basura Gustavo Gutiérrez de la Torre en el PRI del
DF., para quedar como cualquier vulgar congal arrabalero.
Así los senadores podrán
ser reelegidos hasta por dos períodos consecutivos, es decir, doce años además
de los períodos que resulten ser «electos» de manera no consecutiva. Los
diputados federales y locales, ediles y regidores hasta por cuatro períodos, es
decir, dieciséis años, y como ya dijimos, además los períodos no consecutivos.
Esto incluye hasta las pluris, sus privilegiados beneficiarios son los más
gananciosos porque ni siquiera se tienen que molestar en levantarse de la
hamaca, pues a ellos nadie los elige porque llegan como parte de las cuotas de
votación, entonces será estúpido que se reelija a un representante popular que
nunca ha sido elegido, pero bueno, serán reelectos a partir de la
elección federal del 2018.
Con esto adiós a
Francisco I. Madero y a José María Pino Suárez, el caballero de la lealtad.
¿Los quieren más cínicos?
EXIGIR QUE CUMPLAN
De antemano se sabe
que estos forajidos, filibusteros, piratas, aventureros de la política,
desecharán sin más un trabajo para el que fueron elegidos por la ciudadanía y a
la que deben responder hasta el último día de sus cargos, no se les puede tomar
en cuenta como posibles servidores públicos de confianza, porque han abusado de
los electores al generar sin vergüenza alguna, un burdo comercio por alcanzar
nuevas prebendas políticas y económicas, por encima del compromiso adquirido
con los electores.
Por lo tanto se ve
diáfanamente que esta reforma lo único que profesionaliza, entre otras
arbitrariedades, atropellos, injusticias y absurdos, es el abuso de los
corruptos, así como de la ilegal política viciada pero aceptada por todos los
legisladores de asignar anualmente un fondo discrecional de diez millones de
pesos adicionales al Estado y Municipios, en beneficio de todos los
congresistas para aplicar obras a su criterio y capricho en sus distritos
electorales, con lo que se garantizan a sí mismos fuero, presupuesto, votos e
impunidad.
No tendremos mejor
democracia cruzándonos de brazos o viendo sobre el hombro cómo se reparten el
poder los partidos y sus políticos. Aunque hay muchas manifestaciones de
inconformidad, no son efectivas porque se hacen al azar, sin ningún objeto,
para que esto funcione tenemos que ir todos juntos por demandas específicas y
que abonen no solo a la democracia sino a las mejoras necesarias para una vida
digna de los mexicanos.
No solo debemos
exigirles que cumplan sus promesas de campaña sino que debemos demandar que sea
legal la posibilidad de revocarles el mandato si no cumplen en plazos
razonables lo ofrecido o si en el Congreso votan en contra de las necesidades
del pueblo. De la misma manera hay quienes proponen legislar para que sea un
delito que quien ocupe un cargo de elección popular pida licencia para buscar
otra posición política, de esta manera se tendría políticos que cumplirían su
período completo y al mismo tiempo se dejarían de ver las mismas caras. Pero lo
que si debemos tomar en cuenta es que son los ciudadanos que no tienen fuero
los que están obligados a presionar, a exigir, a demandar que los políticos cumplan.
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